Cuando la homosexualidad se convierte en un instrumento de lucha política

Desde hace días, la prensa nacional italiana habla con cierto fervor del outing, gracias también a múltiples episodios que inundan los feeds de todas nuestras redes sociales. El último caso más sonado es el de un conocido periodista italiano que tuvo que hacer frente a unas declaraciones públicas, tuiteadas por otro colega y, como tales, no deseadas.

Este caso, junto con otros, ofrece por tanto el derecho a aclarar de una vez por todas la diferencia que existe, pero que no está tan interiorizada (sobre todo por quienes hacen de la comunicación su profesión), entre salir del armario y salir del armario.

El primero se produce cuando alguien declara la homosexualidad (real o presunta) de otros sin el consentimiento de éstos, mientras que el segundo se refiere a una revelación voluntaria, sincera y auténtica por parte de la persona afectada. Si salir del armario sigue pareciendo fundamental para acabar con la homofobia y la discriminación, el outing, por el contrario, se considera una auténtica violencia, o mejor dicho: un ataque a la intimidad de la persona.

Así, el Tribunal de Casación Italiana, con la sentencia nº 30369, de 24 de julio de 2012, condenó a un periodista que reveló en un artículo la orientación sexual de una persona sin el consentimiento de ésta y en «ausencia de interés público de la noticia». Sin embargo, en la sentencia 50659 de 2016, el mismo Tribunal Supremo dictaminó que la palabra homosexual no daña la reputación de una persona. Mismo término, pero distintos escenarios.

Si, por tanto, ya es triste reconocer o ser víctima de outing, aún lo es más cuando este toma la forma de una verdadera forma de lucha política. Últimamente, pues, esto ocurre con demasiada frecuencia, especialmente con el gobierno de Meloni, y los hechos lo demuestran, a pesar de que la historia nos enseña que esto ya ocurría hace muchos años. Todo con un solo y único objetivo, evidentemente homófobo: el de subrayar, ayer como hoy, cómo la homosexualidad debe ser considerada una condición de la que avergonzarse, guardar en secreto y de la que huir, en lugar de la esencia íntima y verdadera de una persona.

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