Estadísticas – ¿Quiénes son las víctimas del odio?

Según el truculento podio de la séptima edición del Mapa de la Intolerancia, publicado hace unos días por Vox – Observatorio Italiano de Derechos, a continuación se enlistan los grupos demográficos que padecen sin merecerlo un odio profundo: las mujeres (43,21%), las personas con discapacidad (33,95%), los homosexuales (8,78%), los inmigrantes (7,33%), los judíos (6,58%) y los musulmanes (0,15%).

La séptima edición de la encuesta se presentó en Milán y ofrece, o más bien, genera, una instantánea nítida de la intolerancia y el odio profusos a través de las redes sociales. La encuesta ha tenido en cuenta los mensajes publicados en Twitter en el periodo comprendido entre enero y octubre de 2022, constatando que el 93% de los tuits tenían contenido negativo, y sólo el 7% positivo. Teniendo en cuenta que en 2021 los porcentajes rondaban el 69% de tuits negativos y el 31% de positivos, la valoración de que los tuits negativos tuvieron un aumento del 24% es consecutiva.

Los picos más altos de odio fueron contra las mujeres y contra las personas con discapacidad. 

Varios son los personajes que se han proclamado en contra de estos lamentables hechos, por ejemplo, el Papa Francisco, realizó una homilia en la que pedía que la discapacidad fuera considerada un obstáculo para la constitución de una sociedad más inclusiva; Checco Zalone, renombrado actor italiano, realizó un monólogo incluyendo una fábula que involucraba a la comunidad LGBTQIA+ durante su participación en Sanremo, uno de los festivales musicales más seguidos de Italia; así como diversos discursos que se continuan a dar por parte del Papa Francisco en apoyo a los migrantes, con motivo del desembarco.

De los resultados se desprende, por tanto, que existe una necesidad objetiva de formación real y auténtica sobre el uso de las redes sociales y que el triángulo «mágico» entre los medios de comunicación, las plataformas sociales y los usuarios debe ser revisado –y posiblemente corregido- para alejar definitivamente, o al menos masivamente, las formas más radicales de odio, que -como sabemos- no siempre quedan relegadas únicamente a las plataformas, sino que con demasiada frecuencia desembocan en feminicidios y diversos actos de acoso. 

Por consiguiente, es evidente la importancia de un cambio cultural en materia de diversidad, equidad e inclusión que se aplique en la vida cotidiana, así como en el lugar de trabajo. Sólo a través de este esfuerzo colectivo, uno puede identificarse con las necesidades, miedos y ambiciones del otro, siendo lo suficientemente empático para darse cuenta a lo que cada uno de nosotros se enfrentaría si se viviera también bajo estas condiciones miserables creadas por un odio inútil e infundado.

Giorgio Galluzzo,  Business Development Executive

 

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