Adoptar el lenguaje inclusivo

En el mundo diverso e interconectado de hoy, el poder del lenguaje va mucho más allá de la mera comunicación. Moldea nuestras percepciones, influye en nuestras interacciones y refleja nuestros valores como sociedad. Un aspecto crucial del lenguaje que exige nuestra atención es la inclusividad: la práctica de utilizar un lenguaje que respete e incluya a todas las personas, independientemente de su origen, identidad o circunstancias.

El lenguaje inclusivo no es una mera cuestión de corrección política; es una herramienta fundamental para construir puentes, fomentar el entendimiento y promover la igualdad. Al elegir conscientemente palabras y frases que acojan la diversidad y eviten perpetuar estereotipos o prejuicios, creamos entornos en los que todo el mundo se siente valorado, respetado y visto.

Entonces, ¿qué es exactamente el lenguaje inclusivo y cómo podemos incorporarlo a nuestra comunicación diaria?

En esencia, el lenguaje inclusivo reconoce y afirma la diversidad de la experiencia humana. Implica utilizar términos y expresiones que incluyan todos los géneros, razas, etnias, orientaciones sexuales, capacidades y entornos socioeconómicos. Esto significa evitar el lenguaje que margina o excluye a determinados grupos, como el lenguaje sexista que asume que todo el mundo es hombre o mujer, o los términos que refuerzan los estereotipos basados en la raza o la discapacidad.

Existen diversas maneras de practicar el lenguaje inclusivo. He aquí algunas estrategias:

  • Lenguaje neutro: En lugar de recurrir por defecto a pronombres sexistas como «él» o «ella», utiliza alternativas de género neutro como «su / sus». Por ejemplo, en lugar de decir: «Cada estudiante debe traer su libro de texto», puedes decir: «Cada estudiante debe traer su libro de texto».
  • Evitar los estereotipos: Ten cuidado de no utilizar un lenguaje que refuerce estereotipos o perpetúe prejuicios. Por ejemplo, en lugar de describir a alguien como «en silla de ruedas», utiliza términos como «una persona que usa silla de ruedas». De este modo se pone el acento en la persona y no en su discapacidad.
  • Terminología respetuosa: Utiliza una terminología que respete y reconozca las identidades y experiencias de las personas. Por ejemplo, menciona la identidad de género y los pronombres preferidos de una persona, y evita términos anticuados u ofensivos cuando hables de raza, etnia u orientación sexual.
  • Consideraciones sobre accesibilidad: Asegúrate de que tu lenguaje es accesible para las personas con discapacidad evitando el lenguaje incapacitante y utilizando el lenguaje de la persona en primer lugar. Por ejemplo, en vez de decir «persona discapacitada», usa «persona con discapacidad».

 

Al adoptar un lenguaje inclusivo, no sólo demostramos respeto por los demás, sino que también creamos entornos más acogedores y solidarios en nuestros lugares de trabajo, comunidades y más allá. Es un paso pequeño pero poderoso hacia la construcción de una sociedad más inclusiva y equitativa en la que todos puedan prosperar.

Hoy en día, las cuestiones de género no tienen la importancia que tuvieron en el pasado y, por lo tanto, son ampliamente debatidas en muchos países. Al ser, por tanto, un sistema dinámico por excelencia, la lengua está en constante metamorfosis: los cambios, de hecho, contribuyen a que la inclusividad y la igualdad de género sean temas cada vez más centrales.

En castellano, como en todas las lenguas romances, el género de los sustantivos, o de los adjetivos y pronombres, es binario (masculino/femenino) y, por lo tanto, cuando indicamos algo o alguien de género desconocido, o incluso, cuando nos referimos a categorías que incluyen diferentes géneros, es casi obligatorio utilizar el llamado «masculino sobreextendido».

Por estas razones, una lengua fuertemente androcéntrica no hace sino acentuar los estereotipos de género que eclipsan a las mujeres, a las personas no binarias, a las personas transexuales o a las personas intersexuales.

Esta es, por tanto, la razón por la que a veces, una lengua no siempre parece ser la adecuada para expresar necesidades y sensibilidades en constante cambio. Es deseable, pues, que la forma de comunicar evolucione, adaptándose a la necesidad de una mayor inclusión.

A pesar de todo, sin embargo, seguimos aceptando (y utilizando) con dificultad algunos cambios lingüísticos a los que no estamos acostumbrados: pensemos en el femenino de «abogado» que pasa a ser «abogada», que no siempre se acepta con convicción, a pesar de haberse convertido en de uso común, o qué decir de «ingeniero» cuando en realidad es «ingeniera».

Un ejemplo de los prejuicios que aún existen sobre los diferentes significados que se atribuyen a la forma masculina y femenina de un mismo sustantivo, es el de la palabra «maestro», con la que se suele designar al director de una orquesta, y «maestra» a la profesora de una escuela infantil o primaria.

Por cierto, las orientaciones sexuales distintas de la heterosexualidad siempre han existido, pero hoy en día se suele pensar que es una moda, ya que existe un mayor número de personas que se ha atrevido y puede declararse abiertamente homosexual, simplemente (y afortunadamente) se ha producido un aumento de la concienciación social sobre estas cuestiones, lo que ha dado lugar a una mayor visibilidad de estos temas y, por tanto, a más información y, como resultado, más personas tendrán la oportunidad de salir del clóset y vivir su identidad con plena autenticidad.

Evidentemente, esto también se aplica a temas menos conocidos socialmente, como la diversidad de género y las identidades no binarias. Al igual que ocurre con las feminidades profesionales, la posibilidad de incluir las realidades de las personas de género no conforme y no binario se abre paso -desde hace algún tiempo- a través del uso del asterisco o la x en lugar del género de los sustantivos (por ejemplo: ‘Hola a todos*’), o el uso de la schwa (ə).

Evidentemente, el uso de la schwa no puede considerarse una «excusa» gramatical suficiente para cerrar el debate y conformarse con una mayor inclusión de todas las personas en todas las categorías.

El equipo de Gay Lawyers, a través de eventos, seminarios y cursos de formación in company, lleva tiempo luchando por invitar al uso de un lenguaje más inclusivo y menos estereotipado, señalando en primer lugar el potencial impacto de transformación social y beneficio para trabajadores y empresarios que esto podría suponer, ya que permite a cualquier persona sentirse profundamente acogida y respetada incluso en el ámbito laboral. Por último, escribir y hablar de forma inclusiva tiene en cuenta las emociones y elecciones del oyente y del lector, convirtiéndose así en un importante ejercicio de empatía.

La elección de las palabras que utilizamos a menudo oculta fenómenos y prejuicios de la sociedad y la cultura en que vivimos. Comprometernos a pensar fuera de nuestra zona de confort, replantearnos ciertos automatismos comunicativos y estimular un enfoque abierto a las diferencias son la clave para ser lo que sentimos que somos.

GayLawyers promueve actos de sensibilización y jornadas de formación sobre estas cuestiones. 

Para más información: info@gaylawyers.com.

Cynthia Cortés Castillo
Digital Marketing Executive

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